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Se considera que las orquídeas son unas plantas de difícil cultivo, pero cuando mantengamos las condiciones de crecimiento que necesitan, es decir, las más similares a su estado natural, seguramente crecerán fuertes y nos florecerán preciosas. A la gran familia de estas plantas pertenecen más de 20.000 especies. En muy resumidas cuentas, distinguimos las orquídeas terrestres y las epífitas que crecen sobre las ramas. Las primeras prefieren un ámbito sombreado, húmedo y fértil. Y las epífitas plantan las raíces en la corteza de los árboles, por eso, requieren de mucha luz (no directa) del sol, pero poco riego y abono, ya que almacenan la mayoría de las sustancias nutritivas en el tallo y las hojas. El modo de crecimiento influye tanto en su aspecto, como en los requerimientos del cultivo. Las orquídeas no soportan bien los cambios drásticos de temperatura ni corrientes de aire. Deberían sentirse bien en tu dormitorio o salón, en cambio, no tolerarían estar en una cocina sin ventilación apropiada.

cómo cuidar orquídeas

Riego de las orquídeas

La razón más común para el fracaso en el cultivo de las orquídeas es el riego inadecuado. Las raíces de estas plantas, por lo general, deberán tener acceso al aire libre, o sea, necesitan mucha ventilación y drenaje, en caso contrario, pudrirán. Las epifitas absorben agua solo del aire y lluvia y el soporte en el que crecen se seca rápidamente con el viento. Por eso, mejor echarles mucha agua a la vez o durante poco tiempo sumergirlas en agua, pero hacerlo raramente, y siempre dejar escurrir el exceso del agua del medio en el que crecen.

Humidificación del aire

La humedad del aire óptima para la mayoría de las orquídeas es 80-90%, pero, para otros especies es 60-70%. En nuestras viviendas es bastante difícil mantener el nivel de humedad ambiental tan alto, especialmente durante el invierno, cuando usamos la calefacción. Las flores de estas plantas nunca se deben pulverizar, porque cuando permanecen mojadas suelen desarrollar unas manchas marrones y, por lo general, el agua en demasía favorece el desarrollo de los hongos. Una buena idea es rellenar un recipiente con bolas de arlita o gravilla, y luego echarle agua. A continuación, poner este recipiente debajo de las macetas de las orquídeas, pero de modo que las plantas no naden en el agua, ni tengan contacto directo con ella. Al evaporar, el agua va humidificando el aire alrededor de la orquídea y humidificar el entorno.

La iluminación necesaria

Las variedades más cultivadas de las orquídeas provienen del clima tropical, pero ello no significa necesariamente que en nuestras casas deberíamos ponerlas en el alféizar de la ventana orientada al Sur. Será mejor que la pongamos en la ventana orientada hacia el Oeste o Sureste, porque las plantas prefieren la luz dispersa. En los días calurosos deberíamos colocarlas a la sombra, posibilitándoles buenas condiciones de humedad. Mirando el aspecto externo de la planta, es posible determinar si está colocada en el lugar adecuado. Si el sol es demasiado fuerte, las hojas se tornan amarillos y se secan y si tiene poca luz, crece muy lento, no florece y desarrolla enfermedades. En el segundo caso, si requiere algo de iluminación adicional, le proporcionamos luz artificial, poniendo debajo de una lámpara fluorescente.

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Fertilización

Aplicamos el fertilizante después del período de floración, cuando las plantas empiezan a crecer y requieren abonos ricos en nitrógeno. Es mejor que usemos abonos especiales, solo para las orquídeas, porque estos fertilizantes no contienen calcio que alcaliza el sustrato e impide la absorción de sustancias nutritivas del medio. Estas plantas son fáciles de fertilizar que no tienen grandes necesidades nutritivas y son muy sensibles al contenido de sales minerales en el sustrato. Si abusamos del fertilizante, las hojas su tornarán oscuros o se quemarán.

Medio de crecimiento

El medio necesita ser ligero y facilitar el desagüe. Podemos comprar una mezcla especialmente preparada para nuestra especie de planta, o bien preparar nosotros mismos la combinación de: turba, corteza molida, cascarilla de coco y carbón. La turba en ocasión puede ser sustituida por el musgo esfagno, y en vez de corteza, podemos usar incluso el poliestireno extruido que haga que la mezcla sea más suelta.

El trasplante

Trasplantamos la orquídea a otra maceta cada 2 o 3 años, cuando las raíces ya no quepan en el recipiente o si el sustrato ha podrido o se ha tornado blando. Cuando debemos cambiar la maceta, elegimos una que no sea mucho mayor, ya qiue estas plantas prefieren macetas pequeñas.

Tiempo de reposo

Para que las orquídeas florezcan de nuevo, necesitan pasar por el tiempo de reposo que, para las plantas que dan flores durante el invierno, cae a principios de julio. Dejamos de rogarlas entonces y colocamos en un lugar fresco y ligeramente sombreado. Incluso, podemos ponerlas afuera, solo que hay que protegerlas del sol y la lluvia. De este modo, la planta sentirá la diferencia de temperaturas entre el noche y el día, y las temperaturas bajas durante la noche estimularán la floración. Pasados 6 semanas, la volvemos a poner en su sitio.

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